Ser Nacional Libertario es afirmar que la Nación es el hogar de la Libertad. No se trata de una síntesis entre doctrinas antiguas, ni de un acomodo ideológico: es una posición firme, nacida de la comprensión radical de que el Ser humano necesita arraigo y libertad, y que ambas realidades se sostienen mutuamente.
Frente al estatismo opresor de la izquierda ideológica, y al globalismo disolvente de la derecha financiera, el Nacional Libertarismo plantea algo distinto: recuperar lo propio para liberar al hombre. No para someterlo a un colectivo ni a un mercado, sino para que pueda ejercer su voluntad en comunidad, con destino, con verdad.
La Nación no es un invento del Estado, ni un capricho de la historia. Es el espacio concreto donde el Ser puede habitar con sentido. Y la libertad no es una licencia individualista ni un derecho otorgado desde arriba: es la expresión de una voluntad consciente, que quiere ser en un mundo compartido.
Por eso ser Nacional Libertario hoy, en nuestro amado Chile, es alzarse contra la ignorancia, contra el adoctrinamiento, contra la servidumbre disfrazada de derechos. Es resistir al vacío progresista y a la corrupción global. Es hablar con voz propia, defender nuestras raíces y reconstruir el destino común desde la voluntad lúcida.
No hay Nación sin hombres libres. No hay libertad sin pertenencia. Ser Nacional Libertario es comprender eso, y actuar en consecuencia